Por Fabián
Rapolla
El impuesto a las ganancias de los trabajadores, se encuentra, una
vez más en el ojo de la tormenta. Es el estandarte de batalla de Hugo Moyano.
Es su mérito haber trascendido a la sociedad con esta temática, involucrándola
en su disputa con el gobierno.
La bandera que tomó el líder de la CGT para convocar a sectores diversos, que hartos
de la política sesgada y abusiva del ejecutivo, han cerrado filas en
torno a una cuestión evidentemente sensible al trabajador argentino. Es muy
difícil de defender un impuesto que grava la fuerza de trabajo de las personas
y equipara ello a la utilidad que obtiene una empresa. Es de estricta justicia social
considerar al salario como la justa retribución que recibe el trabajador por la
labor realizada. Gravar el trabajo, es socavar los cimientos de construcción
equitativa de una sociedad. Es no respetar a millones de personas que a diario
entregan su esfuerzo, a cambio de un salario que les permita vivir dignamente.
Ya de por sí, con la inflación reinante y el altísimo impuesto al valor agregado, el salario sufre un menoscabo importante. Ni siquiera se trata de mínimo no imponible. Se trata de que en una sociedad con justicia social, el gobierno nopuede sostener un régimen que termina perjudicando a los más
desprotegidos del andamiaje socioeconómico
¿Como puede ser que los inversores de títulos públicos y los
ahorristas de plazos fijos no paguen ganancias? ¿Desde cuando, en los
parámetros de una sociedad justicialista, la fuerza de trabajo es
considerada una renta empresarial, sujeta a tributación? Para el gobierno es
una caja más.
Por eso, Juan Manuel Abal Medina dice que es gorilismo defender a los trabajadores que tributan. Claro, es una
caja importante, muy importante; a la que aportan alrededor de dos millones de
trabajadores. Asimismo, se producen injusticas difíciles de entender como el
hecho de que un trabajador que tributa ganancias no tiene derecho a percibir
las asignaciones familiares. Inconcebible.
Este modelo hace agua, cada vez más. Si el 81 por ciento de los
trabajadores no tributa es porque gana menos de cinco mil doscientos pesos.
Salario, que con la inflación anual no permite llevar, precisamente una vida
muy digna. Está claro entonces, que luego de ocho años el único bolsillo que se
ensanchó fue el de La Cámpora
y compañía.
El impuesto a las ganancias es símbolo de la lucha desatada entre
el gobierno y
la CGT. Gobierno
que saca a gendarmería a la calle para reprimir manifestaciones de
trabajadores. Gobierno que se llena la boca con inclusión y políticas para
todos pero que socava la capacidad adquisitiva y de ahorro de la gran masa de
asalariados, a través de una política abusiva de tributación, casi asfixiante
para los sectores de más bajos salarios.
El trabajador ha pasado a ser una fuente más de recaudación
impositiva. El impuesto es claramente ilegitimo ya que la ganancia no es
producto de una cosa sino de la fuerza de trabajo aportado, por lo que no puede
ser equiparada al enriquecimiento que genera una actividad empresaria o
lucrativa. Se trabaja para vivir. Al gravar el salario se está imponiendo
tributo a la necesidad de vivir.
Pero el kirchnerismo, ciego y corrupto, hipócrita y
negador, necesita seguir recaudando para sostener sus estructuras de
poder, alimentadas en la horda desesperada del egocentrismo mesiánico.
Los peronistas creemos en los fundamentos plasmados en la constitución de 1949.
Es dable recordar a esta gente que gobierna, lejos del peronismo ya, lo que la
mencionada Carta Magna, refería respecto al trabajo:
Articulo 37: “Decláranse los siguientes
derechos especiales: I.- Del trabajador: 1.-Derecho de trabajar: el trabajo es
el medio indispensable para satisfacer las necesidades espirituales y
materiales del individuo y de la comunidad, LA CAUSA DE TODOAS LAS
CONQUISTAS DE LA
CIVILIZACION Y EL FUNDAMENTO DE LA PROSPERIDAD GENERAL ,
de ahí que el derecho a trabajar debe ser protegido por la sociedad,
CONSIDERANDOLO CON LA
DIGNIDAD QUE MERECE, y proveyendo ocupación a quine la
necesite. 2.-DERECHO A UNA RETRIBUCION JUSTA: siendo la riqueza, la renta y el
interés del capital frutos exclusivos del trabajo humano, la comunidad debe
organizar y reactivar las fuentes de producción en forma de posibilidad y
GARANTIZAR AL TRABAJADOR UNA RETRIBUCION MORAL Y MATERIAL QUE SATISFAGA SUS
NECESIDADES VITALES Y SEA COMPENSATORIA DEL RENDIMIENTO OBTENIDO Y DEL ESFUERZO
REALIZADO.”
Lo cierto es que con Moyano en la calle movilizándose, junto a
Barrionuevo, están obligando al gobierno a afrontar el tema de ganancias. Si lo
eluden, el reclamo popular crecerá. El moyanismo forzó al gobierno, a definirse
con este tema. La presidenta, salió a rechazar cualquier negociación al
respecto. Está claro, que esta vez al gobierno, le tocó perder. Porque un
gobierno popular, no juega con el bolsillo de su pueblo.
Gobierno de las políticas
inclusivas, pero que en los hechos, gobierna desde la intolerancia y
condena y persigue al que piensa diferente. Hoy le toca a la CGT y sus dirigentes,
perseguidos y denunciados penalmente. El kirchnerismo, cultor del resentimiento
más exasperado, se muestra tal cual es. La defensa del trabajo y de los
trabajadores es la razón de ser del peronismo. La CGT , columna vertebral del
movimiento, lo tiene claro. Y si bien no deja de subyacer en esta disputa un
duelo de intereses y resquemores personales, lo cierto es que Moyano y sus
aliados cuentan con una ventaja: la justica del reclamo.
En este momento viene a mi una maravillosa frase del General
Perón:” Cuando los pueblos se deciden a la lucha suelen ser invencibles… “
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