Por Ricardo Auer
Escribíamos ya allá por Septiembre del
2008 sobre temas actuales: “La CGT de Moyano ha pedido el aumento del
salario mínimo básico a $1.250.-, la eliminación del impuesto a la ganancia para los
obreros sindicalizados y un aumento de salario familiar. Además, el gremio de
Camioneros quiere reabrir su paritaria para subir sus salarios, cuyo aumento
nominal del 19,5% de marzo 2008, ha
quedado superado por la inflación verdadera. …. Su incumplimiento llevará primero a la agitación y luego a la movilización. …No es casualidad que lo que pensaba
Moyano desde hace muchos años, ahora comenzó a
decirlo en voz alta: el asesinato de Rucci y de
tantos otros, también son delitos de lesa humanidad. (el viernes 10/08/2012 la justicia nacional dictaminó que ese asesinato, cometido por los
Montoneros, no era de lesa humanidad y que había prescripto)
También decíamos en 2008: El pueblo se está cansando, por saturación de problemas, casi al grado de la
exasperación y podría solicitar “soluciones” más rápidas que la dulce espera de las
elecciones parlamentarias, especie de Torneo Clasificatorio para las Grandes
Ligas, las presidenciales. La pregunta que hoy hay que hacerse es: ¿el ciudadano común aguantará bancarse 3 años mas de inflación,
inseguridad, caos vehicular, incertidumbre, corridas cambiarias, y tantos otros
males cotidianos en forma simultánea? No terminará involucrando en su sentencia a un
gobierno sin rumbo, también a aquellos especuladores o espectadores, que, con
el pretexto de defender la sagrada democracia, no superan el parloteo
diletante, crítico o de analista externo o del amontonamiento de “viejos y gastados dirigentes”. Cualquier semejanza con la
actualidad NO es casualidad.
La realidad argentina transcurre desde hace años con una
insoportable levedad para resolver al menos ALGUN problema. Todo problema se
oculta bajo la alfombra, simulando soluciones, que estallan nuevamente al poco
tiempo. El deterioro en todos los órdenes continúa. Los escándalos se suceden
en una sucesión imparable, de tal forma que el siguiente enmascara al anterior.
Sin embargo el pueblo no termina de cansarse de tanta Mala Praxis de la clase
política, que sería intolerable en otras profesiones, como cirujanos, abogados,
ingenieros o arquitectos.
Hay suficientes motivos para despedirlos: los servicios de
transporte ferroviario son calamitosos; los hospitales se mantienen sólo por la
buena voluntad de los médicos, que sufren múltiples y absurdas
agresiones; los docentes tienen que defenderse de alumnos que se drogan; los
presos salen a hacer actividades “culturales” para reinsertarse en la sociedad
(cual?); el dinero nacional lo emite una sociedad fantasma de dueños
desconocidos; los barrabravas del fútbol son elogiados por la presidente;
los 52 muertos de la tragedia de Once, son culpables por viajar “todos
adelante”; el Subterráneo de BA no es gestionado por nadie (está en el limbo);
las guerras políticas son toleradas por la población como algo “normal”. En
cualquier lugar del mundo, cualquiera de estos hechos o dichos provocaría
una crisis política fenomenal. Acá todo vale. Se acepta lo que no toleraría
hasta un practicante “yoga” del budismo “zen”.
Algo está podrido en Argentina y nadie lo quiere, o se anima, a
resolver. El oficialismo se cierra sobre sí mismo, dándole “todo el poder a
Cristina”. Al menos, cuando la dirigencia fracasaba, Lenin recomendaba, un
poco mas democráticamente, darle “todo el
poder a los soviets” (basismo).
El “escudo” de Cristina, utilizado por algunos pícaros internos para lograr
ventajas personales, puede dar algunos resultados, pero éstos son cada vez más
desgastantes en términos de salud y vulnerabilidad. El recurso de la “cadena
nacional” ya se está agotando por saturación. La gente ya no la escucha. La
concepción de “todo el poder a Cristina” revela también que, por ahora,
no hay recambios viables dentro del oficialismo. Por eso ya se preparan rutas
alternativas. Por el lado de la oposición, poco se observa, ya que privilegian
el sostenimiento de sus privilegios personales y su “carrera política”. A
muchos de ellos les encanta
bailar en la cubierta del Titanic.
Los jóvenes tienen una cuota de idealismo mayor que los adultos;
probablemente porque es un insumo vital para seguir en la lucha por la
vida. Debe reconocerse que el oficialismo ha sabido transmitirle una
alegre “sensación” de transgresión, lo cual implicaría un acercamiento
emocional positivo. Además hubo en los primeros años, un aumento del empleo.
Sin embargo la realidad actual, luego de 9 años de gestión, choca contra esa
simpatía emocional. El empleo juvenil está estancado; el porcentaje de los
“ni-ni” (no estudia/no trabaja) es mas del 30%. El fracaso de las escuelas
argentinas en lengua y matemáticas es calamitoso. La drogadicción esta haciendo
estragos en las capas más humildes y expuestas. Tenemos ya la tercera
generación de gente que vive del subsidio público (planes sociales). El
narcotráfico se expande sin demasiados impedimentos. El panorama dista de
ser positivo.
Se dice habitualmente que las situaciones económicas determinan el
comportamiento político de las sociedades. Dicho de otro modo, si hay crecimiento
y hay consumo, la gente vota al poder de turno. Si la próxima cosecha de soja,
cuyos dólares entran en caja justo antes de las elecciones parlamentarias 2013,
es muy buena, ganaría nuevamente Cristina, la Cámpora y el FpV. El
oficialismo apuesta a eso. La pregunta que uno se hace es si seguirá el pueblo
argentino aguantando cachetazos, mientras le den algo para consumir, o no lo
hará. La sociedad debería preguntarse si tener un nuevo electrodoméstico, un
plasma o un cambio de auto es un mejor proyecto de vida que intentar que haya
mas empleo, mas seguridad, menos inflación?. Priorizamos el bolsillo en lugar
de la vida misma?
Una sensación de miedo, inyectado desde el poder, recorre el
espectro social, intimidando a políticos, economistas, periodistas, medios de
comunicación, empresarios grandes, medianos y pequeños. La sociedad se
mantiene en silencio, haciendo catarsis en redes sociales, en blogs de Internet
o simplemente mascullando en círculos familiares o de amigos. La inyección de
miedo intenta remplazar al razonamiento y al debate. Es la continuación del
sostenimiento de la verdad “por otros medios”. Aceptar el miedo como
arma política es convertirse en un dócil rebaño, sin intereses ni valores
particulares.
La sociedad actual se ha convertido en un conjunto de seres
humanos “solos” que esperan su transcurrir sin trascendencia. La verdad se
mezcla con lo falso. Lo bueno con lo malo. Lo honesto con lo deshonesto. El
relativismo festeja. Toda mala realidad puede ser comunicada (y creída) como
“brillante”. Sociedad que se desgarra las vestiduras por una seguidilla de
crímenes aberrantes, que luego olvidan pasados el fin de semana; sociedad
anestesiada, entretenida con el rating televisivo, apática, individualista,
consumista de “novedades”, conservadora (aceptadora del statu quo). Seremos una
sociedad así? Somos en el fondo, iguales que nuestros representantes?.
Todos tenemos la respuesta.
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