martes, 14 de agosto de 2012

Panorama actual agosto 2012


Por Ricardo Auer


Escribíamos ya allá por Septiembre del 2008 sobre temas actuales: “La CGT de Moyano ha pedido el aumento del salario mínimo básico a $1.250.-, la eliminación del impuesto a la ganancia para los obreros sindicalizados y un aumento de salario familiar. Además, el gremio de Camioneros quiere reabrir su paritaria para subir sus salarios, cuyo aumento nominal del 19,5% de marzo 2008, ha quedado superado por la inflación verdadera. …. Su incumplimiento llevará primero a la agitación y luego a la movilización. …No es casualidad que lo que pensaba Moyano desde hace muchos años, ahora comenzó a decirlo en voz alta: el asesinato de Rucci y de tantos otros, también son delitos de lesa humanidad. (el viernes 10/08/2012 la justicia nacional dictaminó que ese  asesinato, cometido por los Montoneros, no era de lesa humanidad y que había prescripto)

También decíamos en 2008: El pueblo se está cansando, por saturación de problemas, casi al grado de la exasperación y podría solicitar “soluciones” más rápidas que la dulce espera de las elecciones parlamentarias, especie de Torneo Clasificatorio para las Grandes Ligas, las presidenciales. La pregunta que hoy hay que hacerse es: ¿el ciudadano común aguantará bancarse 3 años mas de inflación, inseguridad, caos vehicular, incertidumbre, corridas cambiarias, y tantos otros males cotidianos en forma simultánea? No terminará involucrando en su sentencia a un gobierno sin rumbo, también a aquellos especuladores o espectadores, que, con el pretexto de defender la sagrada democracia, no superan el parloteo diletante, crítico o de analista externo o del amontonamiento de “viejos y gastados dirigentes”. Cualquier semejanza con la actualidad NO es casualidad.

La realidad argentina transcurre desde hace años con una insoportable levedad para resolver al menos ALGUN problema. Todo problema se oculta bajo la alfombra, simulando soluciones, que estallan nuevamente al poco tiempo. El deterioro en todos los órdenes continúa. Los escándalos se suceden en una sucesión imparable, de tal forma que el siguiente enmascara al anterior. Sin embargo el pueblo no termina de cansarse de tanta Mala Praxis de la clase política, que sería intolerable en otras profesiones, como cirujanos, abogados, ingenieros o arquitectos.

Hay suficientes motivos para despedirlos: los servicios de transporte ferroviario son calamitosos; los hospitales se mantienen sólo por la buena voluntad de los médicos, que sufren múltiples y absurdas  agresiones; los docentes tienen que defenderse de alumnos que se drogan; los presos salen a hacer actividades “culturales” para reinsertarse en la sociedad (cual?);  el dinero nacional lo emite una sociedad fantasma de dueños desconocidos;  los barrabravas del fútbol son elogiados por la presidente; los 52 muertos de la tragedia de Once, son culpables por viajar “todos adelante”; el Subterráneo de BA no es gestionado por nadie (está en el limbo); las guerras políticas son toleradas por la población como algo “normal”. En cualquier lugar del mundo, cualquiera de  estos hechos o dichos provocaría una crisis política fenomenal. Acá todo vale. Se acepta lo que no toleraría hasta un practicante “yoga” del budismo “zen”.

Algo está podrido en Argentina y nadie lo quiere, o se anima, a resolver. El oficialismo se cierra sobre sí mismo, dándole “todo el poder a Cristina”. Al menos, cuando la dirigencia fracasaba, Lenin recomendaba, un poco mas democráticamente, darle “todo el poder a los soviets” (basismo). El “escudo” de Cristina, utilizado por algunos pícaros internos para lograr ventajas personales, puede dar algunos resultados, pero éstos son cada vez más desgastantes en términos de salud y vulnerabilidad. El recurso de la “cadena nacional” ya se está agotando por saturación. La gente ya no la escucha. La concepción de “todo el poder a Cristina” revela también que, por ahora, no hay recambios viables dentro del oficialismo. Por eso ya se preparan rutas alternativas. Por el lado de la oposición, poco se observa, ya que privilegian el sostenimiento de sus privilegios personales y su “carrera política”. A muchos de ellos les encanta bailar en la cubierta del Titanic.
Los jóvenes tienen una cuota de idealismo mayor que los adultos; probablemente porque es un insumo vital para seguir en la lucha por la vida.  Debe reconocerse que el oficialismo ha sabido transmitirle una alegre “sensación” de transgresión, lo cual implicaría un acercamiento emocional positivo. Además hubo en los primeros años, un aumento del empleo. Sin embargo la realidad actual, luego de 9 años de gestión, choca contra esa simpatía emocional. El empleo juvenil está estancado; el porcentaje de los “ni-ni” (no estudia/no trabaja) es mas del 30%. El fracaso de las escuelas argentinas en lengua y matemáticas es calamitoso. La drogadicción esta haciendo estragos en las capas más humildes y expuestas. Tenemos ya la tercera generación de gente que vive del subsidio público (planes sociales). El narcotráfico se expande sin demasiados impedimentos. El panorama dista  de ser positivo.

Se dice habitualmente que las situaciones económicas determinan el comportamiento político de las sociedades. Dicho de otro modo, si hay crecimiento y hay consumo, la gente vota al poder de turno. Si la próxima cosecha de soja, cuyos dólares entran en caja justo antes de las elecciones parlamentarias 2013, es muy buena, ganaría nuevamente Cristina, la Cámpora y el FpV. El oficialismo apuesta a eso. La pregunta que uno se hace es si seguirá el pueblo argentino aguantando cachetazos, mientras le den algo para consumir, o no lo hará. La sociedad debería preguntarse si tener un nuevo electrodoméstico, un plasma o un cambio de auto es un mejor proyecto de vida que intentar que haya mas empleo, mas seguridad, menos inflación?. Priorizamos el bolsillo en lugar de la vida misma?

Una sensación de miedo, inyectado desde el poder, recorre el espectro social, intimidando a políticos, economistas, periodistas, medios de comunicación, empresarios grandes, medianos  y pequeños. La sociedad se mantiene en silencio, haciendo catarsis en redes sociales, en blogs de Internet o simplemente mascullando en círculos familiares o de amigos. La inyección de miedo intenta remplazar al razonamiento y al debate. Es la continuación del sostenimiento de la verdad “por otros medios”. Aceptar el miedo como arma política es convertirse en un dócil rebaño, sin intereses ni valores particulares.

La sociedad actual se ha convertido en un conjunto de seres humanos “solos” que esperan su transcurrir sin trascendencia. La verdad se mezcla con lo falso. Lo bueno con lo malo. Lo honesto con lo deshonesto. El relativismo festeja. Toda mala realidad puede ser comunicada (y creída) como “brillante”. Sociedad que se desgarra las vestiduras por una seguidilla de crímenes aberrantes, que luego olvidan pasados el fin de semana; sociedad anestesiada, entretenida con el rating televisivo, apática, individualista, consumista de “novedades”, conservadora (aceptadora del statu quo). Seremos una sociedad así?  Somos en el fondo, iguales que nuestros representantes?. Todos tenemos la respuesta.

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