por Mariano Rovatti
“No hay ideas”. “Nadie formula
propuestas”. “No se elaboran planes alternativos”. Quejas frecuentes en el
ámbito de la política argentina, donde todo se va resolviendo sobre la marcha,
tanto en el gobierno como en la oposición. Pero ¿hay alguien dispuesto a leer
una propuesta? ¿quién se toma el trabajo de leer un documento de diez carillas?
¿hay personas que cotejen ideas? ¿la imagen ha sustituido a la idea? ¿vale la pena el esfuerzo de plasmar conceptos
en palabras escritas? ¿puede un libro ser sustituido por un video? ¿puede ser
reemplazado el papel por la tecnología on
line?
La multiplicación de los medios de
comunicación aumentó exponencial –y a veces- artificialmente el material
informativo. Todos nos vemos bombardeados por abundante cantidad de noticias,
comentarios, operaciones mediáticas, etc.
Además, para las personas que trabajan,
el tiempo libre es cada vez más escaso, por lo que se reduce sustancialmente el
tiempo disponible para la lectura de textos con cierta profundidad.
¿Cómo hacer para ganar la atención del
lector? La competencia es feroz ante el material de lectura disponible en
diarios, revistas, libros, Internet, y entre éstos y la radio y la televisión.
Esta situación exige al redactor un
brutal poder de síntesis, sacrificando profundidad de análisis en pos de llegar
a despertar interés en el destinatario.
Pero también –a veces- es necesaria
determinada extensión en el análisis para explicar y entender un problema,
debiéndose apuntar alto en el nivel del mensaje. Cuando ello es indispensable,
hay que admitir que gran parte del público quedará al margen del mismo.
El riesgo de ésto es banalizar los
temas, tratándose cuestiones de fondo de manera liviana. Es muy difícil evitar
este inconveniente, sobre todo cuando también se verifica un deterioro del
nivel cultural promedio de la población.
Para el mundo de la política, el
desafío no es optar entre una forma u otra de decir, sino en desarrollar un plan integral de comunicación de contenidos
a través de todos los medios disponibles:
libros, diarios, revistas, televisión, radio, Internet…y dentro de ésta, las
versiones on line de todas las demás,
más las redes sociales, lugar de encuentro virtual de miles de personas de todo
el mundo en simultáneo.
Facebook representa un extremo basado
en la imagen, y Twitter en la palabra, en su mínima expresión. En la Argentina , el
kirchnerismo, el macrismo y el sciolismo le han sacado ventaja al resto en esa
tendencia, que a la vez también ha sido funcional a un proceso de pérdida de
compromiso de la clase dirigente con valores, ideales y principios. Cuanto
menos se diga, menos se compromete, pero también cuanto más se dice menos se
logra llegar al destinatario.
Por ello, mal que nos pese, la cualidad
de expresar conceptos simbólicamente a través de imágenes y/o de una sola frase
debe ser explorada y desarrollada por cualquier proyecto político con
ambiciones de poder.
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