martes, 14 de agosto de 2012

Responsabilidades bajo tierra


por Fabián Rapolla 


El sistema de transportes  representa una de las grandes postergaciones de la realidad política nacional. Y tiene su manifiesto  profundo,  injusto, en los ferrocarriles y subterráneos.  Asoma, irritante y lapidario, el  paro de subtes, en una ciudad colapsada, con efectos que suelen ser devastadores para la rutina y los nervios de millones de
             porteños y                      
                                             bonaerenses.








Un sistema de subtes obsoleto, incapaz de dar respuesta a las necesidades de más de quince millones de personas que diariamente circulan por Buenos Aires. Un sistema de subtes que ha sido objeto de subvención y recaudación a costa de una fuerte desinversión, materia por demás recurrente del kirchnerismo. 
Subsidio del costo del viaje cuya única finalidad es el rédito político y recaudación de los amigos del poder a cargo de la empresa, quienes solo se han limitado a invertir lo esencial para que el servicio continúe funcionando con un mínimo de normalidad. Trenes que salen de circulación- de hecho Metrovías acaba de anunciar el retiro de 20 formaciones-, lo que afecta directamente la frecuencia de viaje de las unidades disponibles. Unidades incomodas, gente viajando abarrotada en horas pico, instalaciones sanitarias en pésimo estado, andenes sucios, y una legión de pungistas “trabajando” con sospechosa impunidad complementan el marco de un servicio que suele ser privilegiado por su rapidez, eficacia y seguridad, en el resto del mundo. 
 Una vez más la gente pagando el precio de una disputa mezquina entre el gobierno nacional y el gobierno de la ciudad. Bien sabemos que el gobierno de la nación muy poco ha hecho nada con el desarrollo de la vía subterránea en todos los años que lleva en el poder. Ahora bien, una vez firmada el acta de transferencia del servicio de subterráneo a la ciudad de Buenos Aires el 3 de enero pasado, el gobierno porteño de modo inadmisible sigue negando su responsabilidad en la gestión de autoridad y contralor de un servicio, que vaya paradoja, se encuentra dentro de los límites de la ciudad.
Macri tiene aspiraciones presidenciales, pero no se anima a administrar una red subterránea pequeña, con una excusa pueril y hasta insultante, dice que no se han respetado las inversiones. Los que hacemos política sabemos que en la Argentina, suelen no respetarse los compromisos; sin embargo,   ello no es óbice para asumir las responsabilidades que le competen a cada quien. La decisión de aumentar el costo del boleto de subte surgió del gobierno de la ciudad. Ese es una acto de soberanía política. De ejercicio del poder. ¿Cuándo firmó el acta, no sabía Macri, que las inversiones no se habían hecho?
La firma del acta y el aumento del pasaje son hechos de una inequívoca voluntad: hacerse cargo del subte. Entonces, debe ser completado desarrollando plenamente las obligaciones que lo acompañan. Los subtes están dentro de la ciudad y son, inclusive una buena oportunidad para el macrismo de demostrar que con ingenio y buena administración, se puede mejorar un servicio largamente postergado.
Pero se ha elegido el camino del cristicinismo, entrando en su juego de  pelea, eligiendo la confrontación. Pareciera que si asume la conducción del subte se estaría dejando avasallar por el poder kirchnerista. Ya sabemos que Cristina solo gobierna para los que están con ella. Los porteños somos rehenes azorados de sus políticas segregacionistas y desgastantes para con el macrismo. Cristina gobierna para sí, pero Macri cae en lo mismo; ambos miran su propio ombligo y terminan siendo prisioneros de su propia intolerancia.
Y siempre la gente como victima del salvajismo político. Los trabajadores del subte que no acceden a su bien ganado aumento salarial (la pretensión es de un 28%, un nivel acorde al del resto de los trabajadores) Y la población general que sucumbe ante un tránsito desbordado, causando innumerables padecimientos de toda índole. Si la excusa de que “mi antecesor no hizo lo que prometió”, fuera políticamente válida, aún seríamos una aldea.
La grandeza del General Perón residía en que siempre gobernó para la unidad nacional. Y fue lo que nos transmitió permanentemente: gobernar para la gente. Perón gobernó para todos los argentinos y estableció un proyecto para el conjunto.
Quisiera cerrar con un poco de peronismo para todos, especialmente para Cristina y Mauricio: “El espacio donde operará el movimiento peronista será entonces el de la comunidad integralmente concebida  con una vocación totalizadora y el partido, en tanto, una institución más… “.(Política y Estrategi as, pag. 53)  A  estudiar…

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