por Fabián Rapolla
El sistema de transportes representa una de las grandes postergaciones de la realidad política nacional. Y tiene su manifiesto profundo, injusto, en los ferrocarriles y subterráneos. Asoma, irritante y lapidario, el paro de subtes, en una ciudad colapsada, con efectos que suelen ser devastadores para la rutina y los nervios de millones de
porteños y
bonaerenses.
Un sistema de subtes obsoleto, incapaz de dar respuesta a las
necesidades de más de quince millones de personas que diariamente circulan por
Buenos Aires. Un sistema de subtes que ha sido objeto de subvención y
recaudación a costa de una fuerte desinversión, materia por demás recurrente
del kirchnerismo.
Subsidio del costo del viaje cuya única finalidad es el rédito
político y recaudación de los amigos del poder a cargo de la empresa, quienes
solo se han limitado a invertir lo esencial para que el servicio continúe
funcionando con un mínimo de normalidad. Trenes que salen de circulación- de
hecho Metrovías acaba de anunciar el retiro de 20 formaciones-, lo que afecta
directamente la frecuencia de viaje de las unidades disponibles. Unidades
incomodas, gente viajando abarrotada en horas pico, instalaciones sanitarias en
pésimo estado, andenes sucios, y una legión de pungistas “trabajando” con
sospechosa impunidad complementan el marco de un servicio que suele ser
privilegiado por su rapidez, eficacia y seguridad, en el resto del mundo.
Una vez más la gente
pagando el precio de una disputa mezquina entre el gobierno nacional y el
gobierno de la ciudad. Bien sabemos que el gobierno de la nación muy poco ha
hecho nada con el desarrollo de la vía subterránea en todos los años que lleva
en el poder. Ahora bien, una vez firmada el acta de transferencia del servicio
de subterráneo a la ciudad de Buenos Aires el 3 de enero pasado, el gobierno
porteño de modo inadmisible sigue negando su responsabilidad en la gestión de
autoridad y contralor de un servicio, que vaya paradoja, se encuentra dentro de
los límites de la ciudad.
Macri tiene aspiraciones presidenciales, pero no se anima a
administrar una red subterránea pequeña, con una excusa pueril y hasta
insultante, dice que no se han respetado las inversiones. Los que hacemos
política sabemos que en la
Argentina , suelen no respetarse los compromisos; sin embargo,
ello no es óbice para asumir las responsabilidades que le competen a
cada quien. La decisión de aumentar el costo del boleto de subte surgió del
gobierno de la ciudad. Ese es una acto de soberanía política. De ejercicio del
poder. ¿Cuándo firmó el acta, no sabía Macri, que las inversiones no se habían
hecho?
La firma del acta y el aumento del pasaje son hechos de una
inequívoca voluntad: hacerse cargo del subte. Entonces, debe ser completado
desarrollando plenamente las obligaciones que lo acompañan. Los subtes están
dentro de la ciudad y son, inclusive una buena oportunidad para el macrismo de
demostrar que con ingenio y buena administración, se puede mejorar un servicio
largamente postergado.
Pero se ha elegido el camino del cristicinismo, entrando en su juego de pelea, eligiendo la
confrontación. Pareciera que si asume la conducción del subte se estaría
dejando avasallar por el poder kirchnerista. Ya sabemos que Cristina solo
gobierna para los que están con ella. Los porteños somos rehenes azorados de
sus políticas segregacionistas y desgastantes para con el macrismo. Cristina
gobierna para sí, pero Macri cae en lo mismo; ambos miran su propio ombligo y terminan
siendo prisioneros de su propia intolerancia.
Y siempre la gente como victima del salvajismo político. Los
trabajadores del subte que no acceden a su bien ganado aumento salarial (la
pretensión es de un 28%, un nivel acorde al del resto de los trabajadores) Y la
población general que sucumbe ante un tránsito desbordado, causando
innumerables padecimientos de toda índole. Si la excusa de que “mi antecesor no
hizo lo que prometió”, fuera políticamente válida, aún seríamos una aldea.
La grandeza del General Perón residía en que siempre gobernó para
la unidad nacional. Y fue lo que nos transmitió permanentemente: gobernar para
la gente. Perón gobernó para todos los argentinos y estableció un proyecto para
el conjunto.
Quisiera cerrar con un poco de peronismo para todos, especialmente
para Cristina y Mauricio: “El espacio donde operará el movimiento peronista
será entonces el de la
comunidad integralmente concebida con una vocación totalizadora y el
partido, en tanto, una institución más… “.(Política
y Estrategi as, pag. 53) A estudiar…
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