El primer ministro chino, Wen Jiabao es considerado un ejemplo de político reformista. Sus últimas ideas parecen ser un sano consejo para la nueva generación de líderes que ocupará la cúpula del Partido Comunista Chino (PCCh) en Octubre 2012. Wen ha indicado que Beijing tiene que acometer reformas políticas de forma "urgente" si quiere profundizar los logros obtenidos en las tres últimas décadas y evitar el caos.
Wen evocó últimamente el fantasma de la Revolución Cultural.
"La reforma ha alcanzado una fase crítica. Sin el éxito de la reforma
política, no es posible llevar a cabo reformas económicas. Los logros que
hemos alcanzado podrían perderse (...), nuevos problemas que han surgido en la
sociedad china no serán resueltos y podría volver a ocurrir una tragedia histórica
como la “Revolución Cultural". La Revolución Cultural
(1966-1976) fue un movimiento lanzado por Mao Zedong para reavivar el espíritu revolucionario y deshacerse de sus rivales políticos. Fue un periodo
de caos y brutalidad, cuyo recuerdo aún persigue a una buena parte de la
población china.
"El desarrollo de la economía ha causado una distribución injusta de
la riqueza, la pérdida de
credibilidad, corrupción y otros
problemas. Para resolverlos, es necesario adoptar, no solo reformas económicas
sino políticas, especialmente reformas del partido y del sistema de liderazgo del Estado".
“Las reformas deben adaptarse a las particulares circunstancias nacionales chinas y
deben ser llevadas a cabo "paso a paso" y de forma ordenada.
El PCCh continúa bien anclado en el poder y no está
dispuesto a que nada ponga en peligro el sistema de partido único. Los líderes
chinos definen a menudo la reforma política como el incremento la democracia "primero dentro del partido, y luego introducirla más
allá del partido". Wen ha dicho que
es preciso trabajar en tres áreas
en particular: la igualdad social y la justicia (es decir, disminuir las
tremendas disparidades que ha
creado el proceso de apertura y reforma lanzado por Deng Xiaoping en diciembre
de 1978); la defensa de la independencia de la Justicia y la lucha sin
cuartel contra la corrupción, uno
de los problemas que más
descontento provoca en la población.
También ha sugerido que el
PCCh tiene excesivo poder, lo cual interfiere en el trabajo del Gobierno, y
ha reconocido que las injusticias sociales y legales están causando descontento
en la gente.
La sombra de Tiananmen
El 16 de mayo de 1989 en la céntrica Plaza de Tiananmen, frente al
Gran Palacio del Pueblo (ex Imperial), el entonces secretario general del Partido
Comunista Chino (PCCh), Zhao Ziyang, y
su ayudante Wen Jiabao se
reunieron con los estudiantes que pedían una "reforma política". La
misma no prosperó en aquel entonces, ya que dicha rebelión fue aplastada
finalmente por los tanques en la madrugada del 4 de junio.
Una gigantesca brecha entre ricos y pobres, un descontento social
galopante y la mayor conciencia política que da el bienestar económico, indujo,
luego de 22 años, a que el 14 de marzo de 2012, Wen Jiabao realizara un
llamamiento "urgente" a realizar cambios políticos para evitar una
nueva Revolución Cultural, y así, enfrentar la corrupción y mitigar la desigual
distribución de la riqueza. De esa forma ha intentado de algún modo, recuperar
"con urgencia" el liderazgo del PCCh.
Las demandas de Wen no son rupturistas, están solo un par de
pasos por delante de lo que dice el conjunto de la dirección colegiada china,
que conforman los nueve hombres que integren el Comité Permanente del Buró
Político del PCCh, cuyo mandato expira en Octubre 2012. El avance es que el
primer ministro se ha atrevido a poner el cascabel al gato y ha hablado
abiertamente de "reforma política", término que Tiananmen convirtió
en tabú.
La crisis económica global ha exacerbado las tensiones
sociales existentes en China al forzar al Gobierno a impulsar el consumo
privado ante la reducción de las exportaciones. Esta mirada al mercado interior
ha hecho aflorar con más dureza las enormes disparidades sociales creadas en un
país que hace tres décadas estaba igualado en la pobreza. Los logros de China
en los últimos 33 años son más que loables, pero con ellos han crecido hasta
límites cada día más insoportables la corrupción, el nepotismo, las
desigualdades sociales y los
abusos de muchos de los 90 millones de miembros del PCCh.
Al mismo tiempo, la población china ha tomado una mayor conciencia
de sus derechos y está más dispuesta a salir a la calle para defenderlos. Wen,
como en su día hicieron los defenestrados secretarios generales del PCCh Hu
Yaobang y Zhao Ziyang, se ha colocado al lado de quienes exigen justicia y
claman en favor de una
libertad de prensa que pueda
poner coto a los abusos del poder. Con la lucidez y el valor que se adquieren cuando se acerca
inexorablemente el final de un mandato, Wen ha querido advertir y aconsejar a la
nueva generación de dirigentes que se hará cargo del destino de China que, si
no se remedia, el descontento
social se convertirá en un alud que puede destruir el PCCh.
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