miércoles, 23 de mayo de 2012

Todo cambia


Por Fabián Rapolla


Todo cambia. La sucesión de acontecimientos que constituyen hoy el devenir sociopolítico argentino demuestran la necesidad de crecimiento real y global. Es una demanda contundente dela población. De los tiempo actuales. De la gente, cansada de esperar. No podemos seguir retrasándonos. Se crece con políticas a largo plazo, donde los gobiernos son actores secundarios de una obra mucho más grande que ellos, la Patria. A esta altura es claro que,  esto, no resulta materia de preocupación para estos gobernantes.  Ya dijera Perón que no se vence con violencia, se vence con inteligencia y organización. Recursos que hoy no parecen sobrar en la dirigencia política en general. Este gobierno, de discurso violento, refractario a todo opinión distinta, virulento, miope y demagógico,  ha demostrado que es solo un mal y engañoso administrador de la cosa publica. No un generador de políticas serias.

Esta sociedad grita por desarrollo. Es un momento para aprovechar. El modelo peronista de desarrollo es el de la comunidad organizada. Este “modelo” que hoy se nos pretende imponer, es una farsa, un modelo junta cajas y consumista. La Comunidad se desarrolla a través un plan nacional, no a partir de las necesidades personales de los miembros de un gobierno. La comunidad organizada es la realización plena del peronismo y la Nación. El modelo nacional se sostiene con políticas de estado. Estas nos llevan al crecimiento equilibrado y generalizado a través del tiempo. La crisis energética, la sinrazón ferroviaria, los enormes bolsones de pobreza, la desocupación y el trabajo en negro, la ausencia de una industria nacional competitiva a nivel mundial, la ausencia de organización en la seguridad ciudadana, son el triste resultado de una política que desde hace décadas mira su propio ombligo.

Hablamos de políticas de estado;  hablamos de políticas jerarquizadas en lo institucional, políticas continuas, permanentes, que no se interrumpen. En primer lugar el desarrollo industrial a través del establecimiento de diversos polos productivos. Esto, de por sí, lleva a proporcionar la distribución y explotación de riquezas y el abanico demográfico nacional. Inversiones extranjeras y fundamentalmente una política contundente de créditos blandos para fomentar la nueva industria nacional y de capitales mixtos.  Hoy se combate la importación a través de medidas apresuradas, con el único fin de obtener un superávit comercial, como siempre, basado en el proveedor modelo agro exportador. Pero de industria, ni hablar.

Paralelamente, es imperioso terminar con la pobreza. Ya hablamos en la primera edición, de la necesidad de erradicar este mal estructural. El modelo de subsidios y distribución prebendaria está agotado. Las elecciones pasan pero el hambre queda. Determinar un esquema social general, a través de equipos profesionales, planes de vivienda accesibles y /o gratuitos e inserción laboral sostenida son algunos de los engranajes de este complicado mecanismo,  tendiente a poner a los pobres en un lugar de completa dignidad, para que, justamente, dejen de serlo.

Política educativa, con una reformulación de planes de estudios  acorde las necesidades sociales en todas las áreas. Fuerte incremento del presupuesto con mejoras edilicias, modernización del material de trabajo y jerarquización de sueldos docentes. En las políticas educativas se deberá tener en cuenta también, las necesidades de desarrollo de la Nación. Los contenidos deben aproximar a los estudiantes de todos los niveles a la discusión sociopolítica y cultural cotidiana. El crecimiento nacional puede encontrar grandes logros cuando se fomenta el pensamiento junto a la acción. El desarrollo y auspicio de las disciplinas deportivas amateurs debe ser considerado también en este punto. Los congresos pedagógicos regionales y nacionales  son uno de los instrumentos que tal vez puedan sostener este pilar de las políticas de estado.
Política de desarrollo energético. El autoabastecimiento en gas y petróleo y la exportación de hidrocarburos como uno de los factores de reubicación del país en situaciones estratégicas de poder a nivel hemisférico. Esta política resulta vital para completar el desarrollo industrial.

Política de salud. La red hospitalaria debe ser reacondicionada  conforme tecnología y equipamiento de punta. Se debe fomentar la investigación médica y científica y establecer planes de salud gratuitos,  obligatorios e integrales para el conjunto poblacional.

Política de seguridad.  Debemos repensar la funcionalidad de cada fuerza de seguridad (a través, también, de la investigación, el equipamiento y el entrenamiento profesionalizado y actualizado) considerando las nuevas modalidades delictivas, cada vez mas violentas. Se debe considerar, también, el buen aprovechamiento territorial de cada fuerza y la problemática que representa el auge y establecimiento en el país de delitos con aristas internacionales, como la trata de blancas, el narcotráfico y carteles extranjeros, tráfico de órganos y niños, atentados de grupos terroristas extranjeros.

Política exterior.  Debemos trabajar principalmente, desde el fortalecimiento del bloque regional; a su vez hay que reforzar el protagonismo en espacios como el G-20. Es fundamental la promoción cultural, turística industrial y comercial de la nación en los foros y organismos internacionales. Tender, asimismo, a que la Argentina sea partícipe necesario en la discusión de las políticas mundiales.  Para ello es importante aceitar los vínculos con el medio Oriente, con China y con los Estados Unidos. Indudablemente Malvinas debe ser agenda en  cada foro. La presión constante sombre los intereses ingleses debe ser la herramienta fundamental a utilizar, hasta llevarlos a una mesa de negociación seria. La política exterior es inclaudicable y denota la madurez como Nación.

A grandes rasgos desarrolladas, estas políticas, sostenidas en el tiempo, determinan presente y futuro, dan solidez y credibilidad interna y externa y  nos preparan para desafíos  superadores. Estas políticas evitan antinomias coyunturales y nos proyectan a los grandes cambios. Nos dan sentido de pertenencia y aumentan nuestra fé en la Patria. Nos conducen a un destino cierto, de real unidad.

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