miércoles, 24 de octubre de 2012

La educación pública bajo cero

por María del Rosario Miel Asquía

A las diferentes y no menos trágicas realidades que nos toca vivenciar cotidianamente - que socavan el piso de la normal tolerancia que toda democracia puede resistir- se le ha sumado una de gravedad creciente, la educación publica, que ocupa por momentos espacios mediáticos y comentarios encendidos, pero vacuos, de sectores pertenecientes a los siempre dispuestos partidos de izquierda transversalizados. 

La realidad es que nunca llegamos a una solución, a la suficiente profundización de esta cuestión, sustento de toda sociedad. Los últimos hechos protagonizados en este ámbito, han tocado fondo, porque pasa por debajo de la catarata de temas instalados en la agenda oficial
La disputa en el terreno educativo lleva décadas de desgaste y conflicto, de leyes incumplidas, sancionadas pero que miran otra realidad, promesas de campaña, cambio de rumbo y curricula, de tomas, de abandono escolar y mentirosas estadísticas oficiales, de algunos docentes con escasa vocación de formar y gran predisposición al paro sistemático, y a la des-formación.
Los que hemos transitado la columna vertebral de la educación desde la escuela inicial a la universidad y la docencia, sabemos que no existen milagros.  En el proceso enseñanza-aprendizaje se necesitan dos actores, el docente y el alumno; si esta ecuación falla, se rompe el contrato educativo que los vincula, contrato del que se habla por demás cuando alguien reclama falta de cumplimiento. Aparecen allí, entonces, las carencias de este sistema.
La semana pasada se levantaron parcialmente las tomas de algunas escuelas de la ciudad, técnicas y medias que apoyaban a las primeras (ya que estamos, ésto da para todo, hoy por ti mañana por mi, y esto es textual)
El alumno medio y técnico conoce muy bien el juego, (no son sometidos, si alentados); ellos han escrito algunas de sus reglas y sus excepciones.
La semana de la educación técnica, que se celebra en octubre fue coronada este año por una cadena de tomas, que reclama la no aplicación en la ciudad de una ley vigente que acomoda la educación técnica en curricula, carga horaria etc. Seguramente podía haber sido resuelto por otros medios menos dañosos y menos costosos. ¡¡¡Se trata de apagar el incendio, no de avivar sus llamas!!!

Podemos hablar mucho de la educación técnica, su historia y arraigo, la gran importancia que cobra a la luz de las diferentes vivencias territoriales de cada provincia y sus especialidades. Relacionemos solamente este punto con una expresión genuina del sistema federal y con la importancia económica de la salida laboral del egresado y la inserción en el circuito productivo de estos jóvenes. 
Nada se hace para evitar este derrumbe que se manifiesta en hechos puntuales como: abandono escolar temprano, pase de matricula estatal a matricula privada (se triplicó de 2004 a 2012), toma de escuelas cada vez más duras, docentes en paro con listas de reclamos que exceden lo salarial, directivos que llegan a esas funciones próximos a la jubilación, capacitados pero cansados, fracaso de proyectos pedagógicos implementados desde Nación o Ciudad, violencia en los reclamos, y la inédita y feroz irrupción de la política partidaria de "la Cámpora " y sus vectores en todos los niveles, con curricula propia cooptando docentes,  y violencia intraescolar producto de una realidad socio-económica insoslayable, cruzada por el narcotráfico, la delincuencia y cuestiones de violencia de género y minoridad.

Desde el gobierno se quiere mostrar una realidad hecha a su medida, y conveniente: "una sociedad reconciliada con la educación pública después de tantos años". Falaz discurso, mentira que envuelve al poder K con un manto impiadoso que transparenta la de-formación de la educación argentina, otrora prestigiosa en todos sus niveles.
Aún creemos que existe una reserva moral que dedique sus mejores destellos para este fin esencial. Repetiremos hasta el cansancio que no se necesita una reforma profunda y declarativa de la educación; sino una política de estado que acerque soluciones posibles, que no derroche inútilmente sapiencia, que aleje asesores inservibles y docentes sin vocación. Que evite la irrupción de cuestiones políticas como la disputa Nacion-Ciudad. Nada es casual y en esa constante sed de aniquilar, el poder también aquí halla a su "enemigo", dañando gravemente la educación, permitiendo que todo suceda: escuelas rotas, sucias y saqueadas, luego de las tomas.

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