miércoles, 24 de octubre de 2012

La falta de inversiones


por Héctor Blas Trillo

Si bien mucho se ha tratado el tema de la falta de inversiones, parece necesario volver una vez más sobre lo mismo.
En los últimos tiempos ha habido demasiados indicios de que la inversión extranjera en la Argentina puede no ser bienvenida. Es bastante sencillo citar al menos los casos más relevantes: 


1.                  La confiscación de las acciones de Repsol en YPF sin indemnización alguna.
2.                  La prohibición de girar dividendos al Exterior.
3.                  El cepo cambiario.
4.                  Las declaraciones del llamado viceministro de economía en el sentido de que si el gobierno quiere puede fundir al empresario Paolo Rocca.
5.                  El cierre de importaciones de insumos básicos para la producción de los más variados artículos.
6.                  Los controles de precios, de costos, de márgenes de utilidad y la intromisión directa en las decisiones de empresas privadas.
7.                  Las actitudes del secretario de comercio y de otros funcionarios en empresas donde el Estado tiene alguna participación en virtud de haberse apropiado de los fondos de las AFJP.
8.                  El ataque consuetudinario a ruralistas desde amplios sectores del poder político.
9.                  El no reconocimiento de la inflación en los balances, lo cual da lugar a la aplicación de impuestos a ganancias que no son tales.
10.               El cambio permanente de las reglas del juego.
11.               El no respeto de los contratos de empresas concesionarias.
12.               La clara discriminación de empresarios que manifiestan alguna forma de queja o falta de acuerdo con actitudes del gobierno.

Sin duda hay muchos ejemplos más, de manera que la enumeración no es en absoluto taxativa, sino tan sólo descriptiva.  A todo ello hay que agregar un par de condimentos, por así decirlo, de los últimos días.

Por un lado la inadmisible decisión del gobernador del Chaco, Jorge Capitanich, de abonar una amortización de títulos provinciales emitidos en dólares con pesos al cambio “oficial”. El daño producido por semejante acción es inconmensurable, además de constituir, casi con toda certeza, una forma de estafa.

En efecto, abonar en moneda nacional al cambio “oficial” bonos emitidos en dólares y  que por lo tanto debían ser cancelados en igual moneda constituye una violación del contrato celebrado al emitir tales bonos, pero además, a ello se suma el hecho de que no se abona la deuda al valor de mercado del dólar, que como se sabe ronda los $ 6,50 en operaciones perfectamente legales, como las que se producen en el mercado conocido como “contado con liquidación”. En realidad se trata de un verdadero default, para decirlo en términos suaves, por el cual los tenedores de tales títulos perciben prácticamente un 30% menos del valor que les correspondería cobrar.

Porque aún en el caso de que efectivamente el gobierno provincial no tuviera los dólares para el pago, el pago en pesos debería haber sido hecho al valor corriente de la moneda norteamericana.

A este dato realmente insólito, se suman las declaraciones del vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, Gabriel Mariotto, quien ha salido a apoyar la decisión del funcionario chaqueño de manera explícita, aunque luego haya debido desdecirse. Si bien Mariotto no cumple funciones ejecutivas, todo el mundo sabe que tiene gran relevancia por haber sido designado como tal por la señora presidenta de la Nación.

Desde las esferas del oficialismo suele defenderse el llamado modelo de inclusión social, cuando está a la vista la desinversión que viene produciéndose desde hace prácticamente una década en rubros tales como el energético. Por su parte, la evidencia de la falsedad de los índices de costo de vida, han llegado al absurdo de mostrar que una persona supera el nivel de indigencia con un valor diario de poco más de 6 pesos.

La no adecuación a la realidad de tales índices produce a su vez daños colaterales, ya que títulos públicos emitidos por el gobierno de Néstor Kirchner ajustables por CER no han reconocido el rendimiento que hubiera correspondido, constituyendo también una forma de default, por llamarle suavemente al hecho de que un gobierno de manera consciente está pagando menos de lo que debe por un préstamo recibido con un compromiso de ajuste.

La presidenta de la Nación, por su parte, ha afirmado en su reciente exposición en EEUU, que una inflación del 25% anual provocaría un colapso. Es sabido, sin embargo, que la Nación ha debido soportar alícuotas parecidas incluso mensualmente en los años 80 y comienzos de los 90.  El problema está en que una afirmación de este tipo hace que quienes llevan a cabo estudios y elaboran estadísticas que muestran otra realidad, terminen considerando poco menos que temerarias tales afirmaciones. Una cosa es reconocer el problema y tratar (o no) de resolverlo, y otra es negarlo explícitamente como si fuera producto de extrañas conspiraciones describirlo.

El atraso del tipo de cambio oficial (cuya cotización absurdamente, además, sigue llamándose “mercado único y libre de cambios”) está claramente retrasado y la realidad lo demuestra a las claras.

Las restricciones a la venta de moneda extranjera están relacionadas, entre otras cosas, con el bajo precio al que se venden oficialmente.

Otros países de la región, como Brasil, Chile, Perú, Colombia o México, reciben importantes aportes de capital, mientras la Argentina se debate como puede para tratar de explicar al mundo que si llega asistencia financiera a empresas como YPF la inversión será respetada.

La verdad es que nadie parece dispuesto a correr semejante riesgo. Y resulta cuando menos razonable que así sea.

La falta de inversiones, tanto extranjeras como nacionales, tiene mucho que ver con las decisiones políticas que someramente se enumeran en este comentario. No hay ningún misterio ni ninguna mano negra en ello. Una vez más conviene recordar aquello de que en economía puede hacerse cualquier cosa menos evitar las consecuencias.


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