Por
Héctor Blas Trillo
Desde diversos medios se sostiene que hoy en
día no existe una verdadera oposición estructurada en la Argentina. Desde
nuestros comentarios hemos insistido una y otra vez que en verdad no existe una
oposición, sino más bien una competencia. El deseo de reemplazar a los que
están para ocupar su lugar y hacer prácticamente lo mismo, aunque con la idea
de que ellos lo harían mejor.
Así vemos que espasmódicamente aparecen proyectos
que mueren antes de nacer sobre cuestiones que en un momento dado son puestas sobre el tapete, como
ocurre en estas horas con la cuestión del mínimo no imponible del impuesto a
las ganancias que alcanza a los trabajadores.
Pero desde ningún sector de la oposición, si es
que existiera alguna, se intenta elaborar al menos una línea ideológica que
ataque los verdaderos problemas que aquejan al país desde hace muchos años y
que se han agravado últimamente de manera casi grotesca.
Lo que haremos a continuación es intentar
enumerar algunos de esos problemas que según nuestro particular modo de ver
podrían dar pie a la construcción al menos de una alternativa política al
esquema vigente. No se trata de que nuestros amables lectores coincidan con
todos, o con algunos, se trata de hacer notar que es posible armar algunas
ideas fundamentales, y que curiosamente nadie lo hace en
Veamos:
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Hay que avanzar para volver al federalismo,
terminar con la arbitrariedad de la distribución de fondos a las provincias
según criterios clientelísticos o que no obedezcan a cálculos matemáticos
precisos y preestablecidos.
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1.
Es indispensable
reconocer la existencia de un alto índice inflación y la necesidad de crear un
plan antiinflacionario serio a cargo de profesionales reconocidos.
2.
Debe haber alguna
propuesta seria para terminar con la fantochada en que se ha convertido el
INDEC, e incluso establecer un método para reconocer, hacia atrás, todo lo que
se han adulterado los índices.
3.
Es necesario
garantizar de alguna manera, como podría ser un acuerdo político integral, que
los fallos de la Justicia
habrán de ser cumplidos.
4.
Se impone pautar una
política que lleve a la
Justicia a niveles de excelencia, enjuiciando a aquellos
magistrados que claramente no cumplen su cometido y que las acciones que se
lleven contra ellos no choquen con un Consejo de la Magistratura amañado
y politizado según los intereses de un partido gobernante.
5.
Hay que garantizar
la libertad en cuanto al ingreso y egreso del país, adquisición de divisas a
algún precio y eliminar todo tipo de trabas al libre albedrío de disponer de lo
que es de cada uno.
6.
Hay que avanzar para
volver al federalismo, terminar con la arbitrariedad de la distribución de
fondos a las provincias según criterios clientelísticos o que no obedezcan a
cálculos matemáticos precisos y preestablecidos.
7.
Hay que terminar con
la persecución y los insultos a medios no amigos del poder. Del mismo modo, hay
que acabar con los medios de propaganda oficial, sean del Estado o apañados por
el gobierno.
8.
Hay que establecer
claramente que la distribución de la publicidad oficial en los medios debe
estar fundamentada en la penetración que los mismos tienen y no en cuestiones
de cercanía ideológica.
9.
Hay que avanzar
hacia al democratización del sindicalismo, la libertad de afiliación y el
reconocimiento de sindicatos sin tener que pasar por el filtro de la obtención
de la personería gremial.
10.
Hay que restituir un
Banco Central genuinamente independiente del poder político, que funcione de
manera autónoma y que no responda a intereses políticos de un gobierno
determinado. Profesionalizado y con objetivos claros, precisos, matemáticos, en
materia monetaria.
11.
Hay que establecer
pautas para la eliminación de todo tipo de subsidios, planes de ayuda o asignaciones
por hijo o de cualquier otra índole que se presenten como un derecho adquirido
indefinidamente. El objetivo de las ayudas es siempre transitorio y debe ser
reemplazado por trabajo genuino. Sólo así se evita el clientelimo y el voto
cautivo.
12.
Hay que acordar que
ninguna reforma de la
Constitución se hará con el objetivo, directo o indirecto, de
facilitar reelecciones adicionales de ningún candidato.
13.
Hay que terminar con
toda forma de prohibición, limitación, pedido de autorización o cualquier
variante por el estilo que limite la posibilidad de vender o comprar localmente
o en el extranjero lo que sea. Los sistemas arancelarios, aunque a nuestro modo
de ver pueden resultar muy negativos, nunca lo serán tanto como la
arbitrariedad de que ciertos funcionarios suban o bajen el pulgar todos los
días.
14.
Hay que proponer una
reforma tributaria integral, que devuelva federalismo a las provincias y que a
nivel nacional sea lo más general posible, evitando exenciones y desgravaciones
específicas que siempre dan lugar a controversias y a abusos. La carga
tributaria debe basarse en la equidad, en la igualdad, como base de las cargas
públicas.
15.
Es preciso acabar
con la coerción que provocan cortes de rutas, calles y puentes, lo mismo que
bloqueos a plantas o fábricas de lo que fuera. Las manifiestaciones no deben ser
hechas para cortar caminos, a lo sumo un camino podría resultar cortado por una
multitud manifestándose, pero el corte del camino sería en todo caso una
consecuencia y no la razón de la protesta.
16.
Hay que esforzarse
por respetar los principios constitucionales. Especialmente los vinculados con
las libertades y los derechos y garantías en general.
17.
Es necesario
terminar con el reparto de cargos públicos con remuneraciones fuera de toda
lógica y en donde claramente no existe idoneidad.
18.
En términos mucho
más generales, es preciso establecer un sistema de límites a los gastos
nacionales, provinciales y municipales, tomando en cuenta las necesidades de
cada área pública y comprendiendo que el gasto sin limitaciones conduce siempre
al endeudamiento, a las llamadas “cuasimonedas”, a la baja productividad y en
definitiva de una u otra forma a la inflación.
19.
Es necesario
organizar un sistema educativo de excelsitud, con profesores y material idóneo,
con planes de estudio desarrollados por profesionales en un marco de absoluta
libertad, e incluso con la posibilidad de no ser todos iguales en tanto
mantengan ciertos principios básicos de integración para la profesión de que se
trate.
20.
La seguridad urbana
y rural debe ser garantizada por el Estado, del mismo modo debe asegurarse el
respeto de los contratos, de la ley, del prójimo como tal.
21.
Debe avanzarse para
terminar con las formas de discriminación, contra la xenofobia cada día más
difundida, contra el racismo y el antisemitismo. Es imperioso educar a los
chicos en un marco de libertad de cultos, de ideas, de aceptación del otro
cualquiera sea su visión de la vida. La Argentina es y ha sido siempre un país abierto al
mundo. Hay que garantizar que así sea.
22.
La propiedad debe respetarse
y no puede ser nadie privado de ella sino en virtud de una ley anterior que la
declare de utilidad pública y previamente indemnizada. Este punto lo exaltamos
y no nos apartamos de la línea constitucional debido a lo ocurrido con YPF, o
más bien con la española REPSOL, ya que la confiscación abarcó a sus acciones
únicamente. Es decir que no sólo se la confiscó sino que no se respetó la
proporcionalidad.
23.
Los funcionarios de
cualquier rango y nivel deben actuar ceñidos a la ley y no disponer de poderes
que exceden el marco normativo y constitucional. Es preciso terminar con los
abusos de poder que significan ciertos actos prepotentes o discrecionales que
ni vale la pena enumerar.
24. Toda otra consideración que signifique
acercarnos al Estado de Derecho, a la igualdad ante la ley, a la independencia
de los poderes, a la libertad de elegir, etc.
Hasta aquí hemos enumerado a vuelapluma lo que
consideramos es básico. Seguramente nos hemos olvidado de no pocas cosas como
siempre ocurre cuando alguien intenta volcar taxativamente los datos de una realidad.
Consideramos que una fuerza política integradora podría seriamente abocarse a
encarar una genuina plataforma política, buscar adhesiones sin banderías
políticas y con la intención de hacer cumplir estas premisas, u otras parecidas.
Premisas al fin que deberían contar con el
compromiso de sostenerse a lo largo del tiempo. No se ve en la actual situación
una genuina fuerza que pretenda encauzar estos pensamientos, bastante lógicos y
que tienen por lo general su origen en lo establecido en la misma Constitución
Nacional.
Consideramos que aún se está a tiempo de
constituir un grupo político que al menos empiece a debatir seriamente qué país
queremos. Ya lo dijimos al principio. Puede ser sobre la base de esta
enumeración o de cualquiera otra, pero nunca podrá ser sobre la base de la
arbitrariedad o el ”mandamasismo” de un grupo encaramado en el poder.
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