sábado, 16 de junio de 2012

Las palabras y la realidad


Por Juan Maya

El lenguaje es visto por los teóricos como un juego o una diversidad de juegos que reflejan la relación entre las personas. Quizás Ludwig Wittgenstein haya sido el filósofo que más desarrolló el tema. En su libro “Las Investigaciones Filosóficas” Wittgenstein abandona el ideal de un lenguaje perfecto y desarrolla la idea de que el significado está en el uso que se hace de las palabras que constituyen u determinado lenguaje, establecen una manera de actuar, de comportarse y, de alguna manera, constituyen una forma de vida determinada.

En los últimos días en la Argentina se escucharon una serie de palabras que tienen un peso específico y resuenan de una manera particular en cada uno de nosotros. Esas palabras son: Coima, devaluación, dólar paralelo, pesificación, cacerolazos, Inflación, impuestazo, violencia, patotas. Cada una de estas palabras tienen un significado en la mente de los argentinos.  Son palabras que golpean nuestros oídos con una furia provocadora de una angustia interminable. Estas palabras nos hacen pensar en una idea, como en el 2001, son ellos o nosotros.

Hay que acostumbrarnos a pensar en pesos decretó el verborrágico Aníbal Fernández. Para Abal Medina “hay que avanzar con la desdolarización” El jefe de la bancada de diputados del kirchenrismo, Agustín Rossi dice que se trata  de “una batalla cultural”.

En nombre de la recuperación económica y de la gobernabilidad se aceptó que el gobierno fuera avanzando sobre los derechos individuales. Hay control sobre la compra de dólares pero la presidente tiene “ahorros” por más de 3 millones de la verde moneda.  Para viajar fuera del país hay que llenar interminables formularios informando el propósito del viaje y comprar 10 dólares para los gastos en el exterior es una tarea casi imposible. Ni hablar si se quiere comprar o vender una propiedad. Cualquier parecido con la Cuba castrista no parece muy antojadiza.  Sin embargo somos libres,  podemos elegir el banco que nos exprime, la cadena de televisión que nos embrutezca, la petrolera que nos esquilme, la comida que nos envenene, la red telefónica que nos robe, el informador que nos desinforme y la opción política que nos decepcione...Pareciera que estamos rodeados y como en jaque. En lo inmediato y cotidiano nos movemos entre estas opciones. Hay que zarandear muchísimo y con paciencia en la vida para encontrar algo pequeño de lo macro-social que nos enriquezca, que nos permita mantener la esperanza.

Y  volviendo al lenguaje, algunos gritan las palabras porque ya no tienen argumentos: “yo con mi plata hago lo que quiero” y a nadie le importa nada, “no vendo mis dólares” le dijo un furioso Aníbal Fernández a la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú. Gritan pues ya no tienen argumentos, es el primer síntoma. Según Wittgenstein, las palabras designan y ponen de relieve lo que está ocurriendo en una determina situación. No hay duda que Fernández y todo el arco oficialista está crispado, sus palabras son crispadas y algunos hasta deliran como Guillermo Moreno, el “angoleño” y secretario de comercio está convencido de que “estamos cerquita de la revolución”. Si quizás tenga razón, los crecientes cacerolazos pueden marcar un principio de la indignación que se extiende ya a lo largo y a lo ancho del territorio. La película continuará…..

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