martes, 26 de junio de 2012

Para que los sordos también escuchen

Por Roberto Alvarez


CFK y el Frente para la Victoria (una especie de Renovadora Camporista) sostienen  que el paro de la CGT es parte de una campaña desestabilizadora, es decir es un paro “político”


.El Movimiento Nacional Justicialista sostiene que el paro de la CGT es el resultado de la falta de diálogo real dentro de su movimiento. El paro es la continuación visible, por otros medios, del NO diálogo. Por lo tanto hay acuerdo que estamos en presencia de un paro “político”, entendido así, porque cualquier debate sobre la transferencia masiva de fondos, tiene carácter político.
El cuestionamiento al carácter “desestabilizador” por parte de CFK pareciera indicar que solo ella (o su pequeño grupo interlocutor de 3 personas) pudiesen accionar políticamente. No todo el mundo debe aceptar la “monserga cristinista” como si lo hacen sus diputados, senadores, ministros, secretarios, gobernadores, etc., que sólo reciben órdenes o sugerencias obligatorias. A ellos les “bajan” lo que deben hacer o decir, desde las altas esferas de la “vanguardia iluminada”. Toda la política en pocas manos.
Dentro de los Partidos políticos y específicamente dentro del PJ, no hay debate, ni sesiones, ni reuniones. Sus “autoridades” la conforman una veintena de dirigentes, poco representativos, que sólo aparecen en los medios, cuando les ordenan (desde “arriba”) decir algo, generalmente para agredir a alguien, como recientemente ocurriera.
A los Movimientos Sociales (del palo) no les ordenan que decir, sino que hacer, cuando movilizarse, hacia adonde, a quien alabar, a quien criticar. Es una tarea fácil; se trata de “bajar” los medios y los subsidios adecuados o, en caso de reticencia, de “quitar” los mismos.

Qué pasa con la oposición? Diputados o senadores no oficialistas, divididos en cuidadosas baldosas personalizadas, son como mini-emprendimientos políticos improductivos. Debido a tanta división, no hace falta debatir políticamente con ellos. Se trata de seguir dividiéndolos y no preocuparse demasiado.
Qué pasa con los sindicatos y con el periodismo?. En cada uno de estos espacios hay poder propio, por lo que naturalmente les gusta debatir. Hoy por hoy tienen mayor presencia mediática por ausencia (o extinción) de los partidos políticos. Esta mal o está bien que sea así?. Diríamos que por suerte es así; no porque sea lo ideal, sino porque vienen a cubrir el vacío de las estructuras políticas creadas para orientar y ordenar el debate político. Si así no fuese estaríamos ante una dictadura, no militar, sino “democrática”.
La democracia no consiste únicamente en un mecanismo de elección de los gobernantes. Se alimenta de un continuo debate sobre los temas de la sociedad y del mundo, en interacción permanente. La legitimidad de origen de los gobiernos se basa únicamente en la cantidad de votos obtenidos en la contienda electoral, pero también importa lo que los gobernantes electos hagan luego de su acceso a la administración del Estado. Es lo que suele denominarse legitimidad de ejercicio (del poder), que debe satisfacer un debate político permanente de los temas que nos rodean, sin que ello afecte la legitimidad de origen.
Siendo el voto un acto de delegación que otorga por cierto, autoridad política a su elegido, éste no puede ser absoluto, sino que debe responder permanentemente a los criterios elegidos por el votante; inclusive cuando éste cambie de opinión. Si el funcionario elegido cambiase su postura, por los motivos que fuesen, debe someterse a un debate público para seguir obteniendo (o nó) los apoyos de cada votante. Este continuo debate político genera una nueva legitimidad en el ejercicio de sus funciones. Así se entiende a la democracia.
Si los que están en capacidad de ejercer ese derecho (al debate político) lo quieren ejercer, nadie del gobierno tiene el derecho a criticarlo ni a satanizarlo. Sólo debe responder con argumentos y explicaciones, para que escuchen todos los ciudadanos. Cuando el diálogo no existe, por soberbia ó capricho, entonces no deberían asombrarse que se ejerzan otras formas de peticionar en un nivel más alto. Ocurre en las mejores familias.
Todo gobierno acierta en muchos temas y comete variados errores de mala praxis. Reconocerlos rápido aleja fricciones innecesarias. El actual conflicto es la suma de muchos problemas que vienen acumulándose. En el presente la delegación ejercida democráticamente es puesta en duda por sus propios electores. Acuciados por la necesidad de mantener en constante alza el gasto público, el gobierno de CFK ha venido incrementando la presión fiscal global hasta extremos insoportables para una vasta mayoría de contribuyentes, a lo que se suma una inflación persistente, que no es reconocido explícitamente. Y este es un punto decisivo del debate político. Destacarlo no es “desestabilizador”; es no mentir. Los cuestionamientos deben ser respondidos y no escondidos, que es lo que este gobierno, de ideas demasiado simples para una realidad muy compleja, solo atina a hacer. 
Desde la antigüedad la carga excesiva de impuestos ha sido el principal motivo de rebeliones populares contra sus reyes o mandatarios. Llega un momento en que los reclamos no escuchados se transforman en agitaciones permanentes, más aún cuando a la vista de todo el pueblo se le agregan los desfachatados desfalcos a que es sometido el erario público.
Estos nuevos movimientos, sociológicamente claros, aún no tienen una expresión política clara, pero van influyendo pausadamente sobre el proceso de toma de conciencia de cómo cada propuesta política afecta los propios intereses. Hasta las próximas elecciones hay un buen tiempo para seguir debatiendo. Por eso viene bien un ruido fuerte, para que los sordos también escuchen. 

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